En Chile, una fundación es una organización sin fines de lucro creada con un objetivo claro: beneficiar a terceros. No busca generar ganancias para sus fundadores o miembros, sino destinar recursos y esfuerzos a causas específicas.
Puede tratarse de proyectos culturales, educativos, sociales, ambientales o de asistencia directa a comunidades vulnerables. Su base es la solidaridad y el compromiso con el bienestar ajeno.
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Las bases de una fundación
A diferencia de una corporación, en esta organización no existen personas asociadas que persigan su propio beneficio.
En cambio, hay bienes y recursos jurídicamente organizados para cumplir una misión. Esto implica que el foco está en el impacto social o comunitario.
Por ejemplo:
A) Un programa de becas para estudiantes de zonas rurales.
B) Un refugio para animales.
C) Una campaña de reforestación son iniciativas típicas de este modelo.
Las fundaciones en nuestro país cuentan con reconocimiento legal y deben cumplir requisitos formales para constituirse. Esto incluye definir claramente sus fines, establecer estatutos, inscribirse en el registro correspondiente y contar con una estructura administrativa básica.
La transparencia y la rendición de cuentas son esenciales para mantener la confianza de donantes y beneficiarios.
Muchas fundaciones operan gracias a donaciones, fondos internacionales, apoyo de empresas y, en algunos casos, aportes gubernamentales. La Ley del Impuesto a la Renta contempla beneficios tributarios para quienes contribuyen a estas causas, lo que incentiva su financiamiento. Además, este tipo de organización puede recibir respaldo de voluntarios, generando un impacto que va más allá de lo económico.
¡Sé parte del cambio!
En resumen, una fundación es una herramienta jurídica y social que permite canalizar recursos hacia objetivos nobles. Su éxito depende tanto de una buena gestión como de la pasión por la causa que la inspira. Crear una no solo es un acto de compromiso, sino también una forma concreta de transformar realidades.
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