Disolver una empresa: El cierre ordenado de un ciclo empresarial

Escrito por: Raimundo Jury

Disolver una empresa: El cierre ordenado de un ciclo empresarial

En el mundo corporativo, cerrar una empresa no siempre es sinónimo de fracaso. A veces es estrategia, reestructuración o simplemente evolución.

Disolver una sociedad es un proceso formal que requiere claridad, orden y una visión empresarial madura. En Chile, hacerlo correctamente evita contingencias futuras y deja la puerta abierta a nuevos proyectos.

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¿Cómo ponerle fin a la empresa?

Disolver no es lo mismo que dejar de operar. El cierre legal implica cumplir con obligaciones tributarias, societarias y administrativas. Todo comienza con el término de giro ante el Servicio de Impuestos Internos, donde la sociedad declara oficialmente que cesa sus actividades. Este paso asegura que los impuestos estén al día y que no existan operaciones pendientes.

Luego viene la parte legal: los socios deben acordar la disolución conforme a los estatutos de la sociedad. Ese acuerdo se formaliza mediante una escritura pública y posteriormente se inscribe en el Registro de Comercio y se publica en el Diario Oficial. Solo entonces la disolución adquiere efectos jurídicos frente a terceros.

Pero el proceso no termina ahí. Es necesario liquidar la sociedad, pagar deudas, distribuir activos y obtener los certificados que acrediten que no existen obligaciones pendientes con el Estado o con el sistema financiero. Un paso delicado que muchas veces requiere asesoría especializada.

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Cerrar un negocio no borra su historia; representa el cierre ordenado de un ciclo productivo. Es también una señal de responsabilidad corporativa y de madurez empresarial: saber cuándo concluir una etapa para abrir otra mejor estructurada.

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