En el mundo de los negocios, no todo se resuelve con un apretón de manos. A veces, las promesas se rompen, los contratos se incumplen y las consecuencias económicas pueden ser graves. En esos casos, la ley ofrece una herramienta: la demanda civil por daños y perjuicios.
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Las empresas no están exentas de responsabilidad
Si una acción u omisión causa pérdidas a otra compañía, puede haber reparación. Así lo establece el Código Civil chileno. La norma obliga a indemnizar a quien sufre un daño injusto, sea por dolo, culpa o simple negligencia. En el entorno empresarial, esto puede traducirse en millones de pesos.
- Los casos más comunes ocurren entre proveedores y clientes.
- También entre socios que rompen acuerdos o incumplen contratos.
Hay ejemplos de empresas que han perdido importantes licitaciones por errores ajenos o información falsa difundida por competidores. En todos esos escenarios, el camino judicial es posible.
Para demandar, se deben probar tres elementos: la existencia del daño, la relación causal y la responsabilidad del autor. No basta con sentirse afectado. Hay que demostrarlo. Los documentos, correos, balances y testigos suelen ser clave.
¿Cómo evitar la demanda civil?
Antes de llegar a tribunales, muchas partes optan por la mediación o el arbitraje. Son vías más rápidas y menos costosas. Pero cuando no hay acuerdo, el juicio civil se vuelve inevitable.
El mensaje es claro: las relaciones comerciales deben regirse por la buena fe y el cumplimiento. En los negocios, como en la vida, los compromisos valen. Y cuando no se respetan, la justicia entra en juego.
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