Las empresas que siguen mirando solo las ventas están mirando tarde. Hoy el consumo no se entiende en cifras, sino en comportamientos y hábitos. La gente no compra productos: compra experiencias, tiempo, comodidad, coherencia. Y cada una de esas palabras redefine el negocio.
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¿Cómo conocer los hábitos de consumo?
Las rutinas de consumo ya no son lineales. Una persona puede descubrir una marca en TikTok, investigar en Google, comparar en foros y comprar por WhatsApp. En ese recorrido, el EMPRESARIO debe estar presente sin interrumpir. No se trata de vender más, sino de estar donde el cliente busca sentido.
El consumidor actual es infiel por naturaleza. Cambia rápido, se aburre fácil, exige sin culpa. Quiere marcas que lo entiendan, no que lo persigan.
la observación se volvió una herramienta estratégica: ver qué se comparte, qué se abandona, qué se comenta.
Los datos sirven, pero la interpretación es lo que genera ventaja.
También hay un componente ético imposible de ignorar. La sostenibilidad dejó de ser discurso y se convirtió en filtro. Si una empresa no tiene propósito real, el consumidor la detecta y pasa de largo. La transparencia y la coherencia pesan más que cualquier promoción.

¡Aplícalos! Evita quedarte en la prehistoria
Los nuevos hábitos de consumo exigen empresarios que piensen como antropólogos. Que entiendan que cada compra es una historia cultural, un gesto político, una emoción disfrazada de necesidad. El reto no es adaptarse al mercado: es leerlo antes de que cambie de idioma.
El consumo ya no es lo que era. Tampoco el cliente. Y quien aún crea que vender es solo ofrecer, se quedará mirando cómo otros interpretan —y lideran— el cambio.
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